En la temporada 2024-25 conviven en la ciudad de Sevilla dos equipos profesionales de baloncesto masculino: uno de ellos en la segunda categoría, y el otro en la tercera.
Esta inédita y anómala situación, que debería terminar más pronto que tarde, tiene unos motivos y unos orígenes. Un cisma de raíces ya profundas, cuyo origen no estuvo en la creación del segundo de estos clubes, el Caja 87, en el verano de 2024; sino que se gestó en los sucesos y acontecimientos que condujeron al 21 de julio de 2016.
Digo esto porque me parece importante dejar constancia de cómo vivimos y sentimos las cosas en su momento gran parte de los aficionados del histórico Club Deportivo Baloncesto Sevilla. Yo solamente puedo hablar por mí, no represento a nadie más; pero a lo largo de los años he hablado con muchos aficionados cajistas que compartimos sentimientos similares.
No fue el fracaso en la gestión del Betis lo que nos desplazó a muchos, sino una cuestión de concepto. Lo tuvimos claro desde el primer minuto, y durante todos estos años hemos velado a nuestro viejo club, con mejor o peor fortuna. Yo, preocupado por preservar la memoria de un club que, a todos los efectos sentimentales, había dejado de existir, tuve la idea de crear una página, un blog, en homenaje y recuerdo a ella.
Fue un proyecto que nunca me atreví a poner en marcha, porque siempre sentí que no iba a ser capaz de llevarlo a la altura que el histórico Caja merecía. Y pensé que, para hacer las cosas mal, mejor no hacerlas. El origen del proyecto, que llegué a tener relativamente avanzado, fueron unas reflexiones, que puse por escrito y que no se han publicado desde entonces.
Hoy, en esta encrucijada entre el pasado, el presente y el futuro que estamos viviendo en el baloncesto sevillano, me apetece hacerlas públicas. Son unos párrafos que escribí en septiembre de 2016, y los publico tal cual los escribí entonces. La pequeña "addenda" que las encabeza corresponde a unos meses después: mi nonato proyecto tenía como fecha de puesta en marcha el 8 de mayo de 2017, por razones que todo veterano aficionado cajista comprenderá.
Algunas cosas de las que se dicen han quedado obsoletas, y otras las redactaría hoy de manera diferente, pero el fondo de mis sentimientos sigue siendo muy similar.
4 de mayo de 2017
Estas líneas las escribí hace casi un año, cuando tuve la idea para este proyecto, y muchas de las cosas que en ella se vaticinaban se han ido convirtiendo en realidad. Lo publico aquí porque es el mejor resumen que se me podría ocurrir sobre mis motivaciones al crear esta página.
Si esta web homenaje al desaparecido CDB Sevilla llega a estar en pie alguna vez, buena culpa será de Víctor Manuel Molina, como tantas otras cosas lo fueron en la historia del club.
Corría el 4 de septiembre de 2016. Hacía apenas mes y medio que el histórico Caja San Fernando acababa de morir (llevaba varios años en ello), a través de un acuerdo de patrocinio que suponía una auténtica absorción por el Real Betis. Cambio de nombre, de equipación, de escudo, de cánticos, de página web, de cuentas y hashtags en redes sociales...
Ante esta situación, los que éramos seguidores del Club Baloncesto Sevilla tomamos varios caminos, pero que esencialmente se pueden resumir en dos: dejar de lado al nuevo club o continuar apoyándolo. Se trataba de una decisión que cada uno debía tomar en conciencia, pero que dio lugar a un cisma entre muchos aficionados, que hasta ese momento habían compartido una afición y unos colores.
Se unía a la dificultad de la situación el cruce de nuestros sentimientos con las pasiones que el fútbol desata en esta ciudad, y que causaron que si decidías abandonar al equipo te acusaran de hacerlo por sevillismo, y si te quedabas, de hacerlo por ser bético. Como si no fuera posible ser, simplemente, del "Caja". Como si fuera imposible tener un criterio propio y rechazar que el baloncesto en Sevilla tenga que estar vinculado al fútbol, sea cual sea el club que lo compre. Como si fuera pecado preferir la desaparición del club, sí, la desaparición, a que dejase de ser lo que había sido hasta ese momento: un espíritu único, representativo de toda la ciudad.
Precisamente por ver venir la entrada masiva de la crispación futbolera, muchos siempre rechazamos esta salida. Ni siquiera una colaboración entre ambos clubes nos parecía aceptable, aunque en esto había división de opiniones. También la había entre quienes decidieron quedarse, opción respetable en todo caso: algunos asumieron que en adelante animarían al Betis, y estaban conformes con ello, y otros se empeñaron en que el "Caja" siempre sería el "Caja" y en intentar defender la esencia histórica del club desde dentro; entre estos incluso había algunos que confiaban en que la absorción por el Betis sería una situación transitoria, de uno o dos años.
Como decía antes, llegó septiembre y con él los primeros amistosos de pretemporada, y con ellos se recrudecieron los cruces personales en redes sociales. Y yo me sentía doblemente huérfano: ya no sólo me había quedado sin equipo, sino que veía cómo la gente que se sentía cómo yo prefería seguir lamentando la pérdida y criticando la usurpación del club, en vez de mirar hacia adelante y tratar de honrar la memoria del difunto.
En mi caso, hace muchos años que comprendí que el club necesitaría, antes o después, una refundación. Esta conclusión la alcancé en la época en que se preveía una fusión entre Unicaja y Cajasol, tras la cual la nueva caja (por aquel entonces la reconversión de las cajas en bancos aún no estaba ni en el papel) tendría dos equipos en ACB, situación ilegal (además de absurda) que por pura lógica iría en contra de la franquicia sevillana, menos exitosa deportiva y socialmente que la malagueña. Por no hablar de que Unicaja era más grande que Cajasol y por tanto habría sido la entidad dominante en esa fusión.
Nada de esto sucedió, pero las causas que informaban mi conclusión seguían bien presentes: el Club Baloncesto Sevilla era muy deficitario y solamente podía competir en ACB con el apoyo de la Caja. Prácticamente todos los clubes de la ACB se fueron volviendo más y más deficitarios durante los primeros años del siglo XXI, pero en el caso del sevillano se intuía que lo era especialmente, dado su bajo número de abonados (aun estando el precio de los abonos entre los más baratos de la ACB) y sus presupuestos, generosos para los paupérrimos resultados obtenidos.
Y digo "se intuía" porque otro de los cánceres del club era su casi absoluta falta de transparencia: se desconocían datos básicos como la cifra de abonados, los presupuestos de ingresos y gastos... Al ser el club propiedad de la caja de ahorros, ésta hacía y deshacía a su antojo sin tener que rendir cuentas a nadie. Durante años el club manejó extraoficialmente la cifra de 3.000 abonados, heredada de los tiempos deportivamente buenos, hasta que con el cambio de gestión en 2014 (nefasto en tantas cosas, pero durante el que se tomaron también algunas medidas adecuadas, frustradas por la absoluta insolvencia del "inversor") se descubrió que en realidad ésta apenas superaba los 1.600: entre ellos, abonos bonificados incluso por debajo del ya muy barato precio general.
En definitiva, mi apuesta por la refundación pasaba (y pasa) por tener un club en el que los abonados y simpatizantes tuviesen (y tengan) voz y voto. Me importaba bien poco, cada año menos, perder la categoría ACB (y algunas más): la ACB es una competición quebrada, en la que los méritos deportivos no cuentan ni por arriba ni por abajo, y tomada por los dos clubes futboleros hasta el punto de que entre ellos se reparten todos los títulos posteriores a 2010, y contando. Y dada la lamentable situación económica del CB Sevilla y la progresiva pérdida de interés del dueño, según se iban produciendo las fusiones (Cajasol, Banca Cívica, La Caixa) parecía claro que el club tendría fecha de caducidad.
Por desgracia, consumada la desaparición, la refundación parece más lejana que nunca. Quienes no nos sentimos representados no hemos dado un solo paso en esa dirección, y ya va siendo hora. Yo lo he dejado caer en muchas ocasiones a gente que conozco, aunque las menciones en redes sociales llegan hasta donde llegan. Desde aquí pido que nos reunamos con unas cervezas y hablemos seriamente sobre el asunto, porque esto debe ser iniciativa de un grupo grande.
Hay ciudades que han visto a su equipo desaparecer y pocos años después ya están en LEB Plata, como el Granada. Más recientemente, el Valladolid se ha refundado y también competirá en LEB Plata, con apenas un año de vida. Y la posición de la ACB, con sus cánones abusivos, es cada vez más precaria: suenan campanas que apuntan a la abolición legal del canon, al menos en sus abusivas condiciones actuales.
Entiendo también que mientras exista la sección de basket del Betis, la tarea de poner en marcha un nuevo club será más complicada. No existe ni siquiera una estructura de base que heredar, pues ésta la ha absorbido el Betis; buena parte de la masa social, que ya era escasa, se ha quedado en el antiguo club; y habría mucha gente interesada en considerar a un "Fundación CB Sevilla" o "Club Baloncesto Ciudad de Sevilla" como enemigo del Betis o como un "club sevillista", caracteres que rechazo de pleno, pues éste debería ser un club abierto a todos los sevillanos, que superase y rechazase el cainismo.
Como decía hace rato, andaba yo resignado a esta realidad un 4 de septiembre de 2016, cuando vi un tuit de Víctor Molina en el que se defendía del ataque gratuito (uno más de los muchos que recibían los valientes locos que se empeñaban en defender sus colores) con esta respuesta:
"@manu_bet @RealBetisEPlus @RealBetis el chaval convocó 2 manifestaciones para q el #BetisBaloncesto no muriese tú no me das lecciones d nada"
Algo se encendió dentro de mí. ¿Manifestaciones para que el Betis Baloncesto no muriese? ¿En qué universo paralelo? Esas manifestaciones fueron por que no muriese el Club Baloncesto Sevilla.
(El chaval, por supuesto, era el propio Víctor, al que nunca podremos agradecer lo suficiente su entrega al club).
Rápidamente lo aclaré con el propio Víctor, que me explicó que había usado esa denominación por considerarla más apropiada en el contexto. Pero, como digo, algo se había encendido dentro de mí: ¿sería posible que, andando el tiempo y desvaneciéndose los recuerdos, la historia de un club se olvidara y fuera asumida y atribuida a otro? El Betis es una entidad mucho más antigua que el CB Sevilla, convertido ahora en su sección de basket. No parecía descabellado que, en unos años, se hablase de que el Betis posee dos subcampeonatos de liga, uno de copa y otro de Eurocup; que por las filas del Betis pasaron jugadores como Abdul Jeelani, Darrell Lockhart, Michael Anderson, Andre Turner o Lou Roe; que destacados jugadores de la NBA, como Porzingis o Satoransky, se formaron como jugadores de basket en el Betis; o que en el verano de 2015 y de 2016 se realizaron manifestaciones para que el Betis Baloncesto no desapareciera.
Acepto y asumo que el Betis se haya hecho dueño del club. Nadie más hubo interesado en quedarse con él, y ojalá sus aficionados hubiéramos sido capaces de darle un final diferente. Acepto y asumo que el Betis haya impuesto sus símbolos y desterrado los antiguos; desde el primer día supe que sería así, pues no tiene sentido que el Betis, como entidad deportiva, tenga una sección y no le dé sus colores. Pero lo que nunca, jamás, aceptaré es que un club se adueñe de una historia que no fue, que nunca fue la suya.
Quizá alguien encuentre esto exagerado. Yo le diré que, en nombre del sentimiento futbolístico mal entendido, esto que comento se ha cometido ya en esta ciudad, y ha pasado entre desapercibido y jaleado. Y que, ya hoy, en el perfil en redes sociales del @cdbsevilla, perdón, del @RealBetisEPlus (¿se necesita mayor prueba de que el club ha desaparecido?), cualquiera puede leer que el Real Betis Energía Plus fue fundado en 1987 y lleva en ACB desde 1989. Hoy todos conocemos la historia; los que sean jóvenes dentro de diez años no. Salvo que quienes estamos aquí nos esforcemos por recordarla y por honrarla.
En medio de esas reflexiones comprendí que sí, que el "Caja" había desaparecido y que su refundación era una quimera en aquel momento; pero que todavía había algo que yo podía hacer por mi equipo, por el equipo al que seguí durante 20 años y por el que fui abonado durante 14 años, no precisamente los mejores de su historia. Y era precisamente honrar la memoria de esos años, rendirle homenaje como el que se rinde a un ser querido que ya no está con nosotros. Y de eso va este proyecto.
Quiero que éste sea un lugar para recordar todo lo bueno, con la dignidad que la muerte del CB Sevilla, del histórico "Caja", merecía, muerte que no le dejaron tener y que muchos se empeñaron en no concederle.
Y ojalá que este sea un granito de arena que ayude a la futura fundación de un club que, sin querer hacerse pasar por el que ya no existe, homenajee al anterior y trate de recobrar su espíritu.
El Club Baloncesto Sevilla ha muerto. ¡Viva el Club Baloncesto Sevilla!
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