En este conflicto subyacente entre legitimidades que tristemente padece el baloncesto sevillano, alguien que se acerque desde fuera podría preguntarse: ¿cuál de los dos equipos es el verdadero Caja?
Porque está claro que ambos equipos quieren ser "el Caja". El Caja 87, que por obvias razones aspira a recoger el legado del Caja histórico; y el Betis Baloncesto, ahora bajo la propiedad del Grupo Hereda, que ha puesto en marcha iniciativas como retirar el dorsal a Benito Doblado, o lanzar una línea de equipaciones con motivos históricos relacionados con el Caja San Fernando.
Mi respuesta es bien sencilla, y creo que bastante evidente: ninguno de los dos.
El Betis Baloncesto, con buen y lógico criterio, ha actuado como sección del Betis y, aunque ha realizado gestos y guiños al aficionado histórico del Caja, nunca ha podido ni podrá superar la contradicción en términos que conlleva la dicotomía futbolera de la ciudad. En román paladino: ninguno de los dos clubes de fútbol puede asumir, por más que quiera, la identidad y el alma de un club que siempre aspiró a representar a toda la ciudad.
Por supuesto, el Betis Baloncesto es heredero de toda la historia, trayectoria y participaciones en competiciones del Club Baloncesto Sevilla. Es la teoría del "cajismo como CIF". La sociedad sigue siendo la misma, aunque haya cambiado incluso su denominación. Podría volver a llamarse mañana "Club Deportivo de Baloncesto de Sevilla", incluso.
Y hasta hace unos años, quizá yo mismo habría llegado a la conclusión de que, sí, "es" el verdadero Caja. Porque lo es en ese sentido técnico y jurídico. Quizá hoy día sería incluso reconocido como tal, si su actual dueño hubiera realizado determinadas acciones tras comprar el club, y que ahora está ejecutando. Sin embargo, a día de hoy, existe el Caja 87... que tampoco es el verdadero Caja, aunque nos haya repescado para la causa a muchos, a muchísimos, de los aficionados que tuvo el Caja histórico, y a día de hoy esté llevando a más aficionados al pabellón de San Pablo. Solamente a raíz de estos hechos ha comenzado la actual propiedad del Betis Baloncesto a intentar reivindicar su historia, apenas unos meses después de reafirmarse en que, si bien antes fueron el Caja, ahora son el Betis.
La historia es una sucesión de hechos que no se puede cambiar. Es el pasado. Los seres humanos hemos dado forma a una diversidad de elementos para organizar, canalizar, sistematizar nuestras acciones en el mundo, y en ese sentido, existe una sociedad fundada en 1987 que continúa su actividad de manera ininterrumpida.
Pero la historia, al final, la creamos y la vivimos los seres humanos. La historia del Caja no es una excepción: la crearon seres humanos y se encuentra, de alguna manera, presente en los seres humanos que participamos de ella, en mayor o menor grado. Esa historia tuvo un principio en 1987, y tuvo un final que para algunos fue en 2016, para otros en otra fecha posterior, y para algunos más aún no ha concluido. Es una cuestión de sentimientos, y los sentimientos no son racionales.
Y resulta que la articulación del sentimiento histórico cajista se encuentra, a día de hoy y de manera muy mayoritaria, en un club diferente. El Caja 87 surge, se alimenta y crece a partir de la nostalgia, del recuerdo, de la continuación de esa historia perdida que tantos echábamos de menos: es evidente que, de haberse llamado de otra forma, no habría experimentado el crecimiento tan rápido que ha tenido. Pero incluso los más fanáticos entre nosotros podrán admitir que, durante ocho años, ese sentimiento estuvo desaparecido, latente: que solamente ha resurgido con fuerza al articularse en este nuevo club, diferente. Y aquí es donde quiero llegar.
El Caja 87 no es el verdadero Caja, ni debería intentar hacerse pasar por él: porque no lo necesita. Porque la aún breve historia de su nacimiento y su crecimiento tiene identidad propia, y merece ser reconocida con su propia mitología.
Sin ánimo de caer en una epopeya más propia del cantar de gesta, lo cierto es que la historia del Caja 87 tiene bastante de épica, de orgullo. El Caja histórico siempre fue un poco el "juguete" de la caja de ahorros: sus sucesivos dueños se fueron pasando la pelota, mientras que de fondo se fue generando una afición, no muy numerosa, aunque exigente, que apenas había visto otra cosa que basket de primer nivel, en una ciudad que nunca acabó de reivindicar al club como algo propio. Se fue convirtiendo en una molestia, en una carga, en un agujero de pérdidas. Ha sido muy habitual estos años escuchar aquello de: "si tanto os disgusta el Betis, ¿por qué no lo salvasteis vosotros? ¿Por qué no fundáis uno nuevo?"
Bueno, pues eso precisamente es el Caja 87: un club nuevo que, tras ocho años de letargo, ponen en marcha un par de locos aficionados al basket, y al que contra todo pronóstico y lógica (porque había que estar un poco "tocao" para abonarse durante un fin de semana en pleno mes de agosto a un club en pañales), se unen en masa un montón de aficionados, dejando probado que sí: en Sevilla no solamente hay afición al baloncesto, hay CAJISMO: hay sentimiento de pertenencia, que se expresa en la vinculación a un club con unas características particulares.
Ya no somos el juguete de una entidad bancaria sujeta a decisiones políticas, como lo fuimos en origen: somos un club de baloncesto independiente, con una propiedad maravillosa, identificada y volcada con el proyecto de una forma que no se había visto en Sevilla en décadas, y quizá nunca; y una afición creciente, que ha demostrado tener la masa crítica suficiente para mantener a un equipo competitivo en, como mínimo, la tercera categoría del basket nacional. Algo en lo que muchos creímos siempre, pero que nunca hasta esta temporada se había podido evidenciar, ¡y de qué manera! Y lo hemos logrado en competencia con otro proyecto baloncestístico, una categoría por encima, y con aspiraciones de ascender a la máxima. Es una cosa muy gorda, ¿eh?
Ni necesitamos, ni merecemos fundirnos en el histórico Caja, ni confundirnos con él, aunque por supuesto es el motivo por el que tantos estamos aquí. Pero es importante que pongamos en valor lo que hemos conseguido en Sevilla: que lo reivindiquemos con orgullo. Tengamos en cuenta que las nuevas generaciones, los críos a los que estamos acompañando al pabellón quienes disfrutamos en nuestra adolescencia y juventud con Anderson, Turner, Slanina, Roe o Porzingis están haciéndose aficionadas del Caja 87, que solamente conocen al Caja histórico por lo que nosotros les contamos.
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