lunes, 24 de marzo de 2025

¿Qué equipo es "el verdadero Caja"?

En este conflicto subyacente entre legitimidades que tristemente padece el baloncesto sevillano, alguien que se acerque desde fuera podría preguntarse: ¿cuál de los dos equipos es el verdadero Caja? 

Porque está claro que ambos equipos quieren ser "el Caja". El Caja 87, que por obvias razones aspira a recoger el legado del Caja histórico; y el Betis Baloncesto, ahora bajo la propiedad del Grupo Hereda, que ha puesto en marcha iniciativas como retirar el dorsal a Benito Doblado, o lanzar una línea de equipaciones con motivos históricos relacionados con el Caja San Fernando.

Mi respuesta es bien sencilla, y creo que bastante evidente: ninguno de los dos.

El Betis Baloncesto, con buen y lógico criterio, ha actuado como sección del Betis y, aunque ha realizado gestos y guiños al aficionado histórico del Caja, nunca ha podido ni podrá superar la contradicción en términos que conlleva la dicotomía futbolera de la ciudad. En román paladino: ninguno de los dos clubes de fútbol puede asumir, por más que quiera, la identidad y el alma de un club que siempre aspiró a representar a toda la ciudad. 

Por supuesto, el Betis Baloncesto es heredero de toda la historia, trayectoria y participaciones en competiciones del Club Baloncesto Sevilla. Es la teoría del "cajismo como CIF". La sociedad sigue siendo la misma, aunque haya cambiado incluso su denominación. Podría volver a llamarse mañana "Club Deportivo de Baloncesto de Sevilla", incluso.

Y hasta hace unos años, quizá yo mismo habría llegado a la conclusión de que, sí, "es" el verdadero Caja. Porque lo es en ese sentido técnico y jurídico. Quizá hoy día sería incluso reconocido como tal, si su actual dueño hubiera realizado determinadas acciones tras comprar el club, y que ahora está ejecutando. Sin embargo, a día de hoy, existe el Caja 87... que tampoco es el verdadero Caja, aunque nos haya repescado para la causa a muchos, a muchísimos, de los aficionados que tuvo el Caja histórico, y a día de hoy esté llevando a más aficionados al pabellón de San Pablo. Solamente a raíz de estos hechos ha comenzado la actual propiedad del Betis Baloncesto a intentar reivindicar su historia, apenas unos meses después de reafirmarse en que, si bien antes fueron el Caja, ahora son el Betis.

La historia es una sucesión de hechos que no se puede cambiar. Es el pasado. Los seres humanos hemos dado forma a una diversidad de elementos para organizar, canalizar, sistematizar nuestras acciones en el mundo, y en ese sentido, existe una sociedad fundada en 1987 que continúa su actividad de manera ininterrumpida.

Pero la historia, al final, la creamos y la vivimos los seres humanos. La historia del Caja no es una excepción: la crearon seres humanos y se encuentra, de alguna manera, presente en los seres humanos que participamos de ella, en mayor o menor grado. Esa historia tuvo un principio en 1987, y tuvo un final que para algunos fue en 2016, para otros en otra fecha posterior, y para algunos más aún no ha concluido. Es una cuestión de sentimientos, y los sentimientos no son racionales.

Y resulta que la articulación del sentimiento histórico cajista se encuentra, a día de hoy y de manera muy mayoritaria, en un club diferente. El Caja 87 surge, se alimenta y crece a partir de la nostalgia, del recuerdo, de la continuación de esa historia perdida que tantos echábamos de menos: es evidente que, de haberse llamado de otra forma, no habría experimentado el crecimiento tan rápido que ha tenido. Pero incluso los más fanáticos entre nosotros podrán admitir que, durante ocho años, ese sentimiento estuvo desaparecido, latente: que solamente ha resurgido con fuerza al articularse en este nuevo club, diferente. Y aquí es donde quiero llegar.

El Caja 87 no es el verdadero Caja, ni debería intentar hacerse pasar por él: porque no lo necesita. Porque la aún breve historia de su nacimiento y su crecimiento tiene identidad propia, y merece ser reconocida con su propia mitología. 

Sin ánimo de caer en una epopeya más propia del cantar de gesta, lo cierto es que la historia del Caja 87 tiene bastante de épica, de orgullo. El Caja histórico siempre fue un poco el "juguete" de la caja de ahorros: sus sucesivos dueños se fueron pasando la pelota, mientras que de fondo se fue generando una afición, no muy numerosa, aunque exigente, que apenas había visto otra cosa que basket de primer nivel, en una ciudad que nunca acabó de reivindicar al club como algo propio. Se fue convirtiendo en una molestia, en una carga, en un agujero de pérdidas. Ha sido muy habitual estos años escuchar aquello de: "si tanto os disgusta el Betis, ¿por qué no lo salvasteis vosotros? ¿Por qué no fundáis uno nuevo?"

Bueno, pues eso precisamente es el Caja 87: un club nuevo que, tras ocho años de letargo, ponen en marcha un par de locos aficionados al basket, y al que contra todo pronóstico y lógica (porque había que estar un poco "tocao" para abonarse durante un fin de semana en pleno mes de agosto a un club en pañales), se unen en masa un montón de aficionados, dejando probado que sí: en Sevilla no solamente hay afición al baloncesto, hay CAJISMO: hay sentimiento de pertenencia, que se expresa en la vinculación a un club con unas características particulares. 

Ya no somos el juguete de una entidad bancaria sujeta a decisiones políticas, como lo fuimos en origen: somos un club de baloncesto independiente, con una propiedad maravillosa, identificada y volcada con el proyecto de una forma que no se había visto en Sevilla en décadas, y quizá nunca; y una afición creciente, que ha demostrado tener la masa crítica suficiente para mantener a un equipo competitivo en, como mínimo, la tercera categoría del basket nacional. Algo en lo que muchos creímos siempre, pero que nunca hasta esta temporada se había podido evidenciar, ¡y de qué manera! Y lo hemos logrado en competencia con otro proyecto baloncestístico, una categoría por encima, y con aspiraciones de ascender a la máxima. Es una cosa muy gorda, ¿eh?

Ni necesitamos, ni merecemos fundirnos en el histórico Caja, ni confundirnos con él, aunque por supuesto es el motivo por el que tantos estamos aquí. Pero es importante que pongamos en valor lo que hemos conseguido en Sevilla: que lo reivindiquemos con orgullo. Tengamos en cuenta que las nuevas generaciones, los críos a los que estamos acompañando al pabellón quienes disfrutamos en nuestra adolescencia y juventud con Anderson, Turner, Slanina, Roe o Porzingis están haciéndose aficionadas del Caja 87, que solamente conocen al Caja histórico por lo que nosotros les contamos.

Sobre por qué este proyecto nunca arrancó: hacer bien las cosas

En la anterior entrada publiqué un viejo texto sobre mis sentimientos tras la desaparición del CDB Sevilla, y por qué intenté poner en marcha una página homenaje a su historia. 

En esta publico otro texto, de mayo de 2017, en el que quise poner por escrito por qué nunca lo llegué a lanzar.

 

La vida me ha enseñado que, cuando uno se mete en algo, debe hacerlo con todas las consecuencias. Que, para hacerlo mal, es mejor no hacerlo.

Evidentemente, el Betis no cumplió esta máxima al hacerse con el control del Club Baloncesto Sevilla, con las consecuencias que a la vista de todos están y han venido estando.

Es por este motivo, el de hacer las cosas bien, que todavía no he puesto en marcha este proyecto. Tenía bastantes cosas preparadas, con la idea de hacerlo coincidir con el 30 aniversario de la fundación del club, el 8 de mayo de 2017: una fecha redonda. Por coincidencia, además, sobre esas fechas se vino a consumar el descenso deportivo del club que, hasta el 21 de julio de 2016, fue representativo de la ciudad de Sevilla. Y cuanto más tiempo pase y más apagada esté la llama del antiguo Caja, más difícil será darle tracción al proyecto en redes.

Es decir, todo se alineaba. Tenía lista la cuenta de Twitter, el blog, y estaba pensando abrir un Facebook. Tenía varios artículos perfilados y casi redactados. La fecha límite se aproximaba. Y sin embargo…

…decidí abortar. Aunque me doliera, no se daban las condiciones. No tenía aún realmente claro qué dirección dar al proyecto: entradas de blog, efemérides breves en Twitter, enlaces a la WikiCaja, o quizá un poco de todo… Tampoco estaba ni siquiera cerca de uno de los objetivos que me puse: tener un mínimo de diez entradas redactadas antes del lanzamiento. La vida, el trabajo, la paternidad, los hobbies… son muchas cosas que atender.

Todo apuntaba a un lanzamiento irregular, a un blog y una presencia en redes abandonadas en cuestión de semanas o de un mes… a un pésimo homenaje a la memoria del club.

No sé si soy la persona ideal para hacer avanzar un proyecto tan ambicioso. O para hacerlo solo. Por otro lado, quiero que sea mi homenaje, muy personal, muy crítico con los que están, pero también con muchos de los que estuvieron, con muchos cánceres históricos del club, con actitudes y empeños quijotescos que nos trajeron hasta donde estábamos en julio de 2016. Porque, por ejemplo, el empeño en que “el Caja siempre será el Caja” nos impidió forjarnos una identidad independiente, más allá de la caja de ahorros. Y todavía hoy se ve eso, en las iniciativas (por lo demás, hermosas y loables) de los antiguos peñistas de la Keka, los únicos que tuvieron la dignidad suficiente para abandonar el barco cuando hubo de abandonarse.

Y sí, no se me escapa que estoy llamando indignos a todos los que se quedaron. En una misma frase critico a todas las peñas, a una por una cosa, a las demás por otra. Ya digo, es mi homenaje y mi proyecto, y hay cosas que me gustaría decir y opinar libremente, sin ataduras, y que en un proyecto compartido seguramente no podría hacer.

Volviendo a la idea inicial: el proyecto no estaba preparado. No estaba listo. Era una mala idea ejecutarlo en ese momento. Como fue una mala idea por parte del Betis comprar el club sin tener un proyecto ni una idea definida. Y yo, que tanto he criticado esa entrada, no podía caer en el mismo error. No puedo. Aunque se pasase una oportunidad tan bonita como el 30 aniversario, y en un momento en que tanta gente estaba dolida y nostálgica del pasado, debido a la situación deportiva del club.

Y, hasta que el proyecto no esté listo, sea en la forma exacta que sea, pero listo, no debo lanzarme a ponerlo en marcha. Aunque eso pueda implicar que nunca lo haga.

Sobre la razón de ser de un proyecto que nunca arrancó

En la temporada 2024-25 conviven en la ciudad de Sevilla dos equipos profesionales de baloncesto masculino: uno de ellos en la segunda categoría, y el otro en la tercera.
 
Esta inédita y anómala situación, que debería terminar más pronto que tarde, tiene unos motivos y unos orígenes. Un cisma de raíces ya profundas, cuyo origen no estuvo en la creación del segundo de estos clubes, el Caja 87, en el verano de 2024; sino que se gestó en los sucesos y acontecimientos que condujeron al 21 de julio de 2016.
 
Digo esto porque me parece importante dejar constancia de cómo vivimos y sentimos las cosas en su momento gran parte de los aficionados del histórico Club Deportivo Baloncesto Sevilla. Yo solamente puedo hablar por mí, no represento a nadie más; pero a lo largo de los años he hablado con muchos aficionados cajistas que compartimos sentimientos similares.
 
No fue el fracaso en la gestión del Betis lo que nos desplazó a muchos, sino una cuestión de concepto. Lo tuvimos claro desde el primer minuto, y durante todos estos años hemos velado a nuestro viejo club, con mejor o peor fortuna. Yo, preocupado por preservar la memoria de un club que, a todos los efectos sentimentales, había dejado de existir, tuve la idea de crear una página, un blog, en homenaje y recuerdo a ella. 
 
Fue un proyecto que nunca me atreví a poner en marcha, porque siempre sentí que no iba a ser capaz de llevarlo a la altura que el histórico Caja merecía. Y pensé que, para hacer las cosas mal, mejor no hacerlas. El origen del proyecto, que llegué a tener relativamente avanzado, fueron unas reflexiones, que puse por escrito y que no se han publicado desde entonces. 
 
Hoy, en esta encrucijada entre el pasado, el presente y el futuro que estamos viviendo en el baloncesto sevillano, me apetece hacerlas públicas. Son unos párrafos que escribí en septiembre de 2016, y los publico tal cual los escribí entonces. La pequeña "addenda" que las encabeza corresponde a unos meses después: mi nonato proyecto tenía como fecha de puesta en marcha el 8 de mayo de 2017, por razones que todo veterano aficionado cajista comprenderá.
 
Algunas cosas de las que se dicen han quedado obsoletas, y otras las redactaría hoy de manera diferente, pero el fondo de mis sentimientos sigue siendo muy similar. 
 
 
4 de mayo de 2017
Estas líneas las escribí hace casi un año, cuando tuve la idea para este proyecto, y muchas de las cosas que en ella se vaticinaban se han ido convirtiendo en realidad. Lo publico aquí porque es el mejor resumen que se me podría ocurrir sobre mis motivaciones al crear esta página.

Si esta web homenaje al desaparecido CDB Sevilla llega a estar en pie alguna vez, buena culpa será de Víctor Manuel Molina, como tantas otras cosas lo fueron en la historia del club.


Corría el 4 de septiembre de 2016. Hacía apenas mes y medio que el histórico Caja San Fernando acababa de morir (llevaba varios años en ello), a través de un acuerdo de patrocinio que suponía una auténtica absorción por el Real Betis. Cambio de nombre, de equipación, de escudo, de cánticos, de página web, de cuentas y hashtags en redes sociales... 

Ante esta situación, los que éramos seguidores del Club Baloncesto Sevilla tomamos varios caminos, pero que esencialmente se pueden resumir en dos: dejar de lado al nuevo club o continuar apoyándolo. Se trataba de una decisión que cada uno debía tomar en conciencia, pero que dio lugar a un cisma entre muchos aficionados, que hasta ese momento habían compartido una afición y unos colores. 

Se unía a la dificultad de la situación el cruce de nuestros sentimientos con las pasiones que el fútbol desata en esta ciudad, y que causaron que si decidías abandonar al equipo te acusaran de hacerlo por sevillismo, y si te quedabas, de hacerlo por ser bético. Como si no fuera posible ser, simplemente, del "Caja". Como si fuera imposible tener un criterio propio y rechazar que el baloncesto en Sevilla tenga que estar vinculado al fútbol, sea cual sea el club que lo compre. Como si fuera pecado preferir la desaparición del club, sí, la desaparición, a que dejase de ser lo que había sido hasta ese momento: un espíritu único, representativo de toda la ciudad. 

Precisamente por ver venir la entrada masiva de la crispación futbolera, muchos siempre rechazamos esta salida. Ni siquiera una colaboración entre ambos clubes nos parecía aceptable, aunque en esto había división de opiniones. También la había entre quienes decidieron quedarse, opción respetable en todo caso: algunos asumieron que en adelante animarían al Betis, y estaban conformes con ello, y otros se empeñaron en que el "Caja" siempre sería el "Caja" y en intentar defender la esencia histórica del club desde dentro; entre estos incluso había algunos que confiaban en que la absorción por el Betis sería una situación transitoria, de uno o dos años.

Como decía antes, llegó septiembre y con él los primeros amistosos de pretemporada, y con ellos se recrudecieron los cruces personales en redes sociales. Y yo me sentía doblemente huérfano: ya no sólo me había quedado sin equipo, sino que veía cómo la gente que se sentía cómo yo prefería seguir lamentando la pérdida y criticando la usurpación del club, en vez de mirar hacia adelante y tratar de honrar la memoria del difunto.

En mi caso, hace muchos años que comprendí que el club necesitaría, antes o después, una refundación. Esta conclusión la alcancé en la época en que se preveía una fusión entre Unicaja y Cajasol, tras la cual la nueva caja (por aquel entonces la reconversión de las cajas en bancos aún no estaba ni en el papel) tendría dos equipos en ACB, situación ilegal (además de absurda) que por pura lógica iría en contra de la franquicia sevillana, menos exitosa deportiva y socialmente que la malagueña. Por no hablar de que Unicaja era más grande que Cajasol y por tanto habría sido la entidad dominante en esa fusión.

Nada de esto sucedió, pero las causas que informaban mi conclusión seguían bien presentes: el Club Baloncesto Sevilla era muy deficitario y solamente podía competir en ACB con el apoyo de la Caja. Prácticamente todos los clubes de la ACB se fueron volviendo más y más deficitarios durante los primeros años del siglo XXI, pero en el caso del sevillano se intuía que lo era especialmente, dado su bajo número de abonados (aun estando el precio de los abonos entre los más baratos de la ACB) y sus presupuestos, generosos para los paupérrimos resultados obtenidos. 

Y digo "se intuía" porque otro de los cánceres del club era su casi absoluta falta de transparencia: se desconocían datos básicos como la cifra de abonados, los presupuestos de ingresos y gastos... Al ser el club propiedad de la caja de ahorros, ésta hacía y deshacía a su antojo sin tener que rendir cuentas a nadie. Durante años el club manejó extraoficialmente la cifra de 3.000 abonados, heredada de los tiempos deportivamente buenos, hasta que con el cambio de gestión en 2014 (nefasto en tantas cosas, pero durante el que se tomaron también algunas medidas adecuadas, frustradas por la absoluta insolvencia del "inversor") se descubrió que en realidad ésta apenas superaba los 1.600: entre ellos, abonos bonificados incluso por debajo del ya muy barato precio general.

En definitiva, mi apuesta por la refundación pasaba (y pasa) por tener un club en el que los abonados y simpatizantes tuviesen (y tengan) voz y voto. Me importaba bien poco, cada año menos, perder la categoría ACB (y algunas más): la ACB es una competición quebrada, en la que los méritos deportivos no cuentan ni por arriba ni por abajo, y tomada por los dos clubes futboleros hasta el punto de que entre ellos se reparten todos los títulos posteriores a 2010, y contando. Y dada la lamentable situación económica del CB Sevilla y la progresiva pérdida de interés del dueño, según se iban produciendo las fusiones (Cajasol, Banca Cívica, La Caixa) parecía claro que el club tendría fecha de caducidad.

Por desgracia, consumada la desaparición, la refundación parece más lejana que nunca. Quienes no nos sentimos representados no hemos dado un solo paso en esa dirección, y ya va siendo hora. Yo lo he dejado caer en muchas ocasiones a gente que conozco, aunque las menciones en redes sociales llegan hasta donde llegan. Desde aquí pido que nos reunamos con unas cervezas y hablemos seriamente sobre el asunto, porque esto debe ser iniciativa de un grupo grande. 

Hay ciudades que han visto a su equipo desaparecer y pocos años después ya están en LEB Plata, como el Granada. Más recientemente, el Valladolid se ha refundado y también competirá en LEB Plata, con apenas un año de vida. Y la posición de la ACB, con sus cánones abusivos, es cada vez más precaria: suenan campanas que apuntan a la abolición legal del canon, al menos en sus abusivas condiciones actuales.

Entiendo también que mientras exista la sección de basket del Betis, la tarea de poner en marcha un nuevo club será más complicada. No existe ni siquiera una estructura de base que heredar, pues ésta la ha absorbido el Betis; buena parte de la masa social, que ya era escasa, se ha quedado en el antiguo club; y habría mucha gente interesada en considerar a un "Fundación CB Sevilla" o "Club Baloncesto Ciudad de Sevilla" como enemigo del Betis o como un "club sevillista", caracteres que rechazo de pleno, pues éste debería ser un club abierto a todos los sevillanos, que superase y rechazase el cainismo.

Como decía hace rato, andaba yo resignado a esta realidad un 4 de septiembre de 2016, cuando vi un tuit de Víctor Molina en el que se defendía del ataque gratuito (uno más de los muchos que recibían los valientes locos que se empeñaban en defender sus colores) con esta respuesta:

"@manu_bet @RealBetisEPlus @RealBetis el chaval convocó 2 manifestaciones para q el #BetisBaloncesto no muriese tú no me das lecciones d nada"


Algo se encendió dentro de mí. ¿Manifestaciones para que el Betis Baloncesto no muriese? ¿En qué universo paralelo? Esas manifestaciones fueron por que no muriese el Club Baloncesto Sevilla.

(El chaval, por supuesto, era el propio Víctor, al que nunca podremos agradecer lo suficiente su entrega al club).

Rápidamente lo aclaré con el propio Víctor, que me explicó que había usado esa denominación por considerarla más apropiada en el contexto. Pero, como digo, algo se había encendido dentro de mí: ¿sería posible que, andando el tiempo y desvaneciéndose los recuerdos, la historia de un club se olvidara y fuera asumida y atribuida a otro? El Betis es una entidad mucho más antigua que el CB Sevilla, convertido ahora en su sección de basket. No parecía descabellado que, en unos años, se hablase de que el Betis posee dos subcampeonatos de liga, uno de copa y otro de Eurocup; que por las filas del Betis pasaron jugadores como Abdul Jeelani, Darrell Lockhart, Michael Anderson, Andre Turner o Lou Roe; que destacados jugadores de la NBA, como Porzingis o Satoransky, se formaron como jugadores de basket en el Betis; o que en el verano de 2015 y de 2016 se realizaron manifestaciones para que el Betis Baloncesto no desapareciera.

Acepto y asumo que el Betis se haya hecho dueño del club. Nadie más hubo interesado en quedarse con él, y ojalá sus aficionados hubiéramos sido capaces de darle un final diferente. Acepto y asumo que el Betis haya impuesto sus símbolos y desterrado los antiguos; desde el primer día supe que sería así, pues no tiene sentido que el Betis, como entidad deportiva, tenga una sección y no le dé sus colores. Pero lo que nunca, jamás, aceptaré es que un club se adueñe de una historia que no fue, que nunca fue la suya.

Quizá alguien encuentre esto exagerado. Yo le diré que, en nombre del sentimiento futbolístico mal entendido, esto que comento se ha cometido ya en esta ciudad, y ha pasado entre desapercibido y jaleado. Y que, ya hoy, en el perfil en redes sociales del @cdbsevilla, perdón, del @RealBetisEPlus (¿se necesita mayor prueba de que el club ha desaparecido?), cualquiera puede leer que el Real Betis Energía Plus fue fundado en 1987 y lleva en ACB desde 1989. Hoy todos conocemos la historia; los que sean jóvenes dentro de diez años no. Salvo que quienes estamos aquí nos esforcemos por recordarla y por honrarla.

En medio de esas reflexiones comprendí que sí, que el "Caja" había desaparecido y que su refundación era una quimera en aquel momento; pero que todavía había algo que yo podía hacer por mi equipo, por el equipo al que seguí durante 20 años y por el que fui abonado durante 14 años, no precisamente los mejores de su historia. Y era precisamente honrar la memoria de esos años, rendirle homenaje como el que se rinde a un ser querido que ya no está con nosotros. Y de eso va este proyecto.

Quiero que éste sea un lugar para recordar todo lo bueno, con la dignidad que la muerte del CB Sevilla, del histórico "Caja", merecía, muerte que no le dejaron tener y que muchos se empeñaron en no concederle.

Y ojalá que este sea un granito de arena que ayude a la futura fundación de un club que, sin querer hacerse pasar por el que ya no existe, homenajee al anterior y trate de recobrar su espíritu.

El Club Baloncesto Sevilla ha muerto. ¡Viva el Club Baloncesto Sevilla!